domingo, 29 de diciembre de 2013

León

Os tengo que avisar, ya no soy humana, ahora soy un león. No se nota mucho pero si os fijáis veréis que tengo los rizos más dorados y espesos. También me han salido garras pero las he limado cuidadosamente y pintado de color chocolate. La cola la llevo escondida debajo de los leggins. Ahora reino sobre los demás animales de la selva y abandono las estancias con indiferencia moviendo las nalgas sinuosamente.

El encantamiento

Esto ha sucedido así, está contado raro porque es secreto y anónimo pero es real: una señora triste y poco agraciada con incluso verruga en la nariz me dio a morder el otro día, digamos, una simbólica manzana envenenada, y yo, de fresca y joven belleza, de mejillas rojas, perdí el brillo en el pelo, se me quedó lacio y despeinado, empecé a recogérmelo en una coleta. Se me fue color de la cara, me salieron herpes, ojeras y manchas marrones, perdí la sonrisa, dejé de hacer bromas, pasaba la tarde sintiéndome mal por ser divertida y ruidosa, busqué la manera de contenerme, correcta y adecuada, de cruzar con recato las piernas, de llevar camisa debajo del jersey y sin darme cuenta me morí, me mataron, me quitaron horas de la vida, hasta que recibí el beso de amor de mi propia conciencia, me calcé las botas y salí a la calle como el que sale a un fiesta. Así fuimos felices y comimos perdices y no hubo, en verdad, otra manera.