lunes, 19 de marzo de 2012

Chick Lit para intelectuales

Se conoce como chick lit a una nueva ola de novela romántica protagonizada por mujeres actuales, treinteañeras, solteras y profesionales que sufren y padecen, buscan el amor y finalmente lo encuentran. Dentro del género hay de peores y de mejores, las autoras de estas novelas tienen dos caminos por donde tirar: la superficialidad más absoluta o el mejor o peor análisis de los problemas a los que las mujeres de nuestra generación tenemos que enfrentarnos, siempre con final feliz.
En la primera tanda las protagonistas de las novelas son mujeres sensacionales-adineradas-con bolsos de marca y zapatos de pieles-adictas al trabajo, que buscan el amor. Mi más profundo rechazo.
La otra opción presenta a mujeres antiheróicas, preocupadas por ser la mujer del tipo de la primera tanda pero que jamás lo consiguen. Se sienten presionadas por tener que ser delgadas, bien vestidas, profesionales y ennoviadas y fracasan, por lo que tienen la autoestima por los suelos. No adelgazan, no aprenden a vestirse, pero el chico de cine termina por quererlas como son.
Las novelas chick lit giran en torno al amor y al novio, a la vida social, la vida profesional insatisfecha, la estética y cosas del estilo, SÍ, es cierto, pero lamentablemente, y esta es nuestra corona de espinas, las inginieras, empresarias, poetas, filólogas y arquitectas de nuestra generación seguimos devanándonos los sesos por el amor y los kilos de más. La verdad es que todavía se nos juzga por nuestra cara bonita y que no sabemos funcionar si no nos quiere nadie.
 Estas novelas reflejan parte de la tragedia de ser mujer, el desconcierto de andar a ciegas por un mundo de hombres soportando la carga de siglos de femeneidad, como Jane Austen se preocupó en su día por hacer que las mujeres de su época (y de la nuestra) se identificaran con una rebelde Elisabeth Beneth, a la que le preocupaba encontrar el amor verdadero y publicar su novela en un mundo de matrimonios por conveniencia, o como cuando Charlotte Bronte describió a Jane Eyre, poco agraciada, pobre y extremadamente talentosa en el dibujo, que no podía casarse bien y acabó enamorada de un hombre que rompía sus esquemas. Tanto Jane Austen como el chick lit hablan de los problemas de nuestro género en relación con la sociedad que lo envuelve.


Me encanta escribir chick lit a mi manera. Yo me defino como mujer, no puedo evitarlo. En eso aún somos el segundo sexo. Un hombre se define como homo (ser humano), el hecho de ser vir (varón) es solo una subclasificación. Las mujeres nos sentimos, por encima de todo, mujeres, lo llevamos en la cabeza en todo momento, nos determina e identifica. Me gusta ver el mundo desde mi perspectiva de mujer y hablar de lo que me preocupa como tal: el amor, el peinado y los zapatos, pero también 'por qué yo me siento yo', política, cultura y demás intelectualidades. Es por eso que bautizo de este modo mi arte, en una invitación a lmis congéneres a conjugar sus ganas de casarse con su interés por las lenguas muertas. No hay mejor forma de decirlo. Bienvenidos.

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